¿QUIEN ME QUITA LO BAILADO?
Objetivos:
A través de este tercer espectáculo del grupo, enmarcado en la línea de trabajo sobre la memoria, los recuerdos y los sueños, queremos hablar de tres seres que, llegados a la vejez, nos ofrecen su vida y su mundo de recuerdos poetizados por el tiempo y de sueños posibles o imposibles, queridos, imaginados, deseados.
Elegimos a dos bailarines con formación clásica porque en ellos el paso del tiempo es un elemento clave desde el punto de vista profesional y artístico. La crueldad del tiempo se ve acentuada. Pero, a través de ellos, queremos hablar de lo humano, y de lo humano hoy. Es decir, de la crueldad existente en esa búsqueda frenética de la juventud y, en particular, de la juventud del cuerpo. Época de cirugías e implantes en la que, vertiginosamente se llega hasta la deformación del propio cuerpo pero, sobre todo, hasta la pérdida del verdadero sentido de la vida y del tiempo. Reivindicamos pues, las arrugas cargadas de vida y de historias, de densidades y resonancias, en definitiva, de misterio y de encanto. Como las arrugas a las que hace referencia Peter Brook cuando habla del espacio: esa pátina del tiempo que le da humanidad e historia vivida. O como dice Richard Schechner, cuando habla de los pliegues de las ciudades, de sus márgenes. Reivindicamos también, el cansancio, la memoria diferente del cuerpo y de la mente, la profundidad que adquieren un gesto, una acción o una palabra, simples, cargados de vida. Pero sobre todo reivindicamos la vida intensa, digna, apasionante de tres artistas viejos. Sí, esa es la palabra, maravillosa, tierna y cariñosa con que nos vamos a referir cuando hablemos de estos tres seres. Sin eufemismos.
Queremos, también, referirnos a los espectadores. Siguiendo el camino comenzado con “Recuerdos que han soñado”, pretendemos ampliar el concepto de lo escénico a través de mecanismos de creación, construcción y concreción que integren otros lenguajes con el fin de posibilitar una experiencia viva de encuentro entre los creadores y los espectadores. Buscamos una mayor libertad en la percepción del espectador, a través de la creación de vacíos, huecos e intersticios, abriendo así un mundo de posibilidades interpretativas, receptivas y asociativas. El espectáculo se debe ofrecer, entonces, como un lugar de conmoción, reflexión y participación, por medio de la asociación libre del espectador, a partir de sus vivencias personales y de sus propias resonancias.
Fundamentación:
A través de estos personajes, viejos, se tocan temas inherentes a lo humano desde un lenguaje poético que busca producir una experiencia, un encuentro con el otro a través de lo sensible.
Decíamos en el programa del primer espectáculo de esta trilogía, “Recuerdos que han soñado”:
“En la búsqueda de nuestra identidad encontramos restos de lo que somos, de lo que heredamos, de lo que nos queda, de lo que queremos o soñamos ser. (…) Recuerdos y sueños, pedazos de cosas con los que cada uno arma su propia historia, su identidad. (…) La memoria y el tiempo eligen, modifican, distorsionan e imaginan esos restos-recuerdos-sueños, hilvanándolos y deshilvanándolos, construyendo ese tejido, ese mapa de identidades, ese laberinto en el cual se cruzan, (…) nuestros recorridos con los de los otros.”
Este nuevo espectáculo trata también de la memoria y de los sueños, en este caso de tres viejos: dos bailarines de formación clásica y una música. Ellos desnudan sus almas mostrando sus pliegues, sus cicatrices y sus pasiones. En esos pliegues, en las arrugas de las cosas, de los seres y del espacio, está el misterio de la vida, el tiempo y sus resonancias, la densidad y la espesura del alma.
A través del lenguaje metafórico del teatro-danza, se revelan misterios, sentimientos y vínculos de estos tres seres.
Se muestra lo efímero y a la vez permanente de la danza para el bailarín y de la música para el músico. Se instala el amor a través de imágenes y situaciones cargadas de fragilidad, ternura, belleza y humor.
La obra expone cómo un cuerpo sabio atravesado por los años y un espíritu joven dispuesto al juego, con deseos, construyen una corporeidad en una combinación perfecta.
En nuestra sociedad se impone, cada vez más vertiginosamente y desde una exterioridad superflua, la juventud y la belleza como valores en sí. Valores que perseguimos incansablemente, no importa a qué costo, llegando a la deformación del propio cuerpo. Proponemos la belleza y el virtuosismo del alma y de cuerpos cargados de vida y memoria, de experiencias, de densidades.
“En la danza debemos acumular el peso del mundo.”
Kazuo Ono , bailarín de danza buto.
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